Acuerdo entre EE.UU. y Ucrania

Desde que, el pasado 28 de febrero, el presidente
Donald Trump tendió una encerrona en el despacho oval de la Casa Blanca a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, humillándole públicamente, el devenir de la guerra en Ucrania ha sido el gran protagonista de la escena internacional. Tras esa reunión fallida, Washington congeló el envío de ayuda militar a Kyiv y también el suministro de información de inteligencia y, pese a que Zelenski ha recibido el pleno apoyo de una Europa decidida a rearmarse, era perfectamente consciente de que, sin el respaldo de la Administración Trump, una Ucrania exhausta no puede seguir manteniendo el pulso militar con Rusia.

Ese pragmatismo le llevó a lamentar la riña en la Casa Blanca, declarar que estaba dispuesto a firmar con Estados Unidos el acuerdo sobre la explotación de los recursos minerales ucranianos, incluso sin recibir a cambio las garantías de seguridad para su país cuando se alcance una paz, y aceptar seguir negociando “bajo el fuerte liderazgo del presidente Trump”, pese a que este le llamó dictador. Y eso es lo que, en aplicación de la más genuina realpolitik para reconducir las relaciones con la Casa Blanca, hizo ayer en la ciudad saudí de Yida.

Delegaciones de Ucrania y EE.UU. se sentaron a negociar un principio de alto el fuego con el ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan, ejerciendo de anfitrión. Los dos equipos estaban encabezados por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y su homólogo ucraniano, Andrí Sibiha. En la delegación americana estaban también el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y el representante de Trump para Oriente Medio, Steve Witfkoff, que se ocupa también de la cuestión ruso-ucraniana y que esta semana viajará a Moscú. El equipo ucraniano estaba integrado por el poderoso jefe de la oficina presidencial, Andrí Yermak, el asesor Pavlo Palisa y el ministro de Defensa, Rustem Umérov.

Tras ocho horas de negociaciones, el comunicado conjunto suscrito por ambas partes señala que Ucrania ha aceptado la
propuesta de EE.UU. de una tregua inmediata y provisional de 30 días con Rusia, propuesta que ahora Washington presentará a Vladímir Putin para que la acepte, instando a Moscú a que entienda que “la reciprocidad rusa es clave para lograr la paz”.

Kyiv acepta una tregua de 30 días con Rusia y EE.UU. restablece la ayuda militar y de inteligencia

La pelota está ahora en el tejado del Kremlin. Además, Ucrania se compromete a firmar con EE.UU. el acuerdo sobre los recursos minerales ucranianos “lo antes posible”, y sin que el pacto establezca en principio garantías explícitas de seguridad, como reclamaba Zelenski. Como contrapartida, la Administración Trump se compromete a reanudar el suministro de ayuda militar y de información de inteligencia a Ucrania.

El acuerdo entre ambas delegaciones también pide que, durante el alto el fuego propuesto, se implementen medidas humanitarias como “el intercambio de los prisioneros de guerra, la liberación de los civiles detenidos y el retorno de los niños ucranianos transferidos a la fuerza” a territorios bajo control ruso.

El objetivo ucraniano al empezar la reunión era claro: un alto el fuego parcial a cambio de que Washington siguiera manteniendo su ayuda. Para ello, Zelenski proponía una tregua aérea y marítima, que afectaría al mar Negro, así como el mencionado intercambio de prisioneros.

Trump esperaba que su estrategia de presión forzara a Ucrania a aceptar un alto el fuego en términos cada vez más exigentes. La delegación ucraniana ha tenido que escuchar qué condiciones le exigía EE.UU. para seguir ejerciendo el papel de mediador y para restablecer la ayuda a Kyiv.

Ambas partes pactan firmar “lo antes posible” el acuerdo sobre los recursos minerales ucranianos

Horas antes de que empezaran las negociaciones en Arabia Saudí, Ucrania quiso lanzar un claro mensaje de mostrar músculo militar, pese a su precaria situación, desencadenando su mayor ataque aéreo sobre Rusia desde que comenzó la guerra, con el lanzamiento de más de 300 drones. La región más afectada, de las diez atacadas, fue la de Kursk, en la frontera con Ucrania y parcialmente ocupada por esta desde la ofensiva de agosto del 2024. Más de un centenar de drones alcanzaron también las afueras de Moscú, ocasionando tres muertos civiles.

El Kremlin advirtió que este ataque masivo ucraniano puede torpedear los avances hacia la paz, pese a que hasta ahora no hay ninguna negociación en la que esté implicada directamente Rusia. Esta lluvia de drones era un claro intento ucraniano de presionar al Kremlin para que aceptara la propuesta de Zelenski de una tregua aérea que ponga fin a este tipo de ataques por ambos bandos con drones y misiles contra la retaguardia de los dos países. De hecho, Kyiv subrayó ayer que esta embestida aérea debería “incitar” a Putin a aceptar la propuesta ucraniana de tregua.

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