LA LECTURA
A las mil maravillas

Ida y vuelta a la novela

Si otros textos de Benjamin son difíciles, estos de 'Los ensayos sobre el narrador' resultan asequibles incluso para aquellos que tengan presente a Goethe: "gris es toda teoría, y verde es el árbol de la vida"

Ida y vuelta a la novela
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Cervantes se murió sin saber que con el Quijote había escrito la primera novela moderna de la historia. Con esto queda dicho lo muy pobre que murió. Es probable también que si le hubieran explicado en qué consistía su modernidad, hubiera mostrado el mismo asombro que el señor Jourdain al descubrir que había estado hablando en prosa sin saberlo.

La modernidad de Cervantes consistió, principalmente, en escribir como se habla y en oír lo que pasa en la vida en cuanto despegamos la pestaña, incluso antes, en sueños. Y en acopiar historias ("fábulas milesias, fábulas apólogas"), sin importarle mucho la originalidad. ¿Planteamiento, nudo y desenlace? Empezando por el final: si el Quijote tuvo desenlace fue porque Avellaneda, autor del Quijote apócrifo, le empujó a terminarlo, "quiero decir que se murió", o sea, que Cervantes "mató" a don Quijote para estorbar secuelas. Todo en ese libro es un prodigio de improvisación (inspiración) y espera (atención).

El creador suele proceder por intuiciones. El estudioso, de una manera analítica. Uno, a ciegas, más o menos; el otro, ayudado de linterna, balanzas y calibres. El primero es alguien libre, y el segundo, sujeto a cánones que otros han creado. Algunas veces las obras de creación no lo son como parecían, y los estudios o ensayos literarios son verdaderas obras de creación. En esta categoría han de considerarse algunos de los escritos que la editorial Pre-Textos ha tenido el acierto de reunir en Los ensayos sobre el narrador de Walter Benjamin, en una gran edición del brasileño Samuel Titan.

Se lee en tres o cuatro tardes. No sabe uno, por no haber puesto jamás los pies en ninguna de esas madrasas, qué estudian en las famosas "escuelas de letras", pero este libro sería un buen vademécum en ellas. Tanto para estar de acuerdo con Benjamin, como para discutirlo. Pocos ensayistas tan sugerentes, pocos pusieron en órbita tantos astros alrededor de sus iluminaciones, de Montaigne y Hebel a Paul Valéry, de Paul Klee a Adolf Loos.

"Sale uno de estos ensayos con la cabeza hecha un enjambre de ideas, unas haciendo miel y otras queriendo dejar la colmena en pos del polen"

Si otros textos de Benjamin son difíciles, estos resultan asequibles incluso para aquellos que tengan presente a Goethe ("gris es toda teoría, y verde es el árbol de la vida"). En el principal, El narrador. Reflexiones sobre la obra de Nikolái Leskov, toma algunas ideas de otro de los textos más finos del conjunto, Experiencia y pobreza, que extiende a autores a los que él también discute (Gide) o glosa (Döblin y su, para él, paradigma de la novela moderna, Berlín, Alexanderplatz).

Cada vez es más raro encontrar personas que sepan contar algo como es debido, dice Benjamin. El narrador (sedentario o viajero) cursaba de generación en generación la experiencia colectiva. Lo propio de la épica. Así se llegó, nos dice él, a la baja Edad Media, época en que los relatos pasaron a manos del novelista, y la subjetividad de este acabó con la verdadera narración, cuyo principal propósito era la transmisión de sabiduría. Recuerda al Unamuno de El armador aquel de casas rústicas, a juicio de JRJ una de las cinco cumbres de la lírica española de todos los tiempos: las palabras de Jesús, el Cristo, "semillas aladas", fueron maravillosas hasta que... "al fin cayeron en un libro, ¡ay, tragedia del alma!". Y Benjamin, cómo no, se fija en el Quijote, como el primer hito de la novela, solo que para el filósofo modernidad no es algo enteramente ejemplar. Al contrario, a menudo es el empobrecimiento de la experiencia abocada, ay, al periodismo: "El arte de narrar está tocando a su fin» dirá a propósito de un Döblin que trató de devolver la novela a lo fabuloso (lo fragmentario) y lo popular (el habla berlinesa).

¿Es como él decía? El Quijote fundió en un mismo molde narración y novela, la individualidad del autor y la oralidad de sus personajes, algo así como el baciyelmo de la narrativa.

Sale uno de estos ensayos con la cabeza hecha un enjambre de ideas, unas haciendo miel y otras queriendo dejar la colmena en pos del polen. Bendito quien, además de hacernos pasar el rato (cosa de mérito), nos pone a pensar un poco. Y tarea del creador es seguir haciendo baciyelmos literarios y dejárselos a los benjamines futuros, como otros le dejan a la ciencia su cerebro.